La sardina constituye uno de los pescados azules más representativos y ejemplos de la dieta saludable de la gastronomía española, pudiendo encontrarse desde el Mar Cantábrico hasta la zona norte del Mar Mediterráneo, a través de toda la costa peninsular. Y en El Caldero, como no, presumimos de la magnífica sardina del Cabo de Palos, la más “graciosa” del Mare Nostrum.
Un placer irresistible que se come como pipas, que se deleita como un auténtico bocado gourmet.
Se trata de un pez con cuerpo alargado, comprimido que alcanza los 25 cm de longitud y 200 g de peso. El color de su lomo las caracteriza entre el resto de especies ya que presenta tonalidades verdosas pardas que se tornan azules plateadas en los flancos y plateadas-blanquecinas en el vientre.
Murcia presenta un caladero importante para este manjar, repartiéndose su pesca entre Lo Pagán, Cartagena, Mazarrón, Águilas y San Pedro del Pinatar.
Comer sardinas es, además, de un deleite sensorial, una forma ideal de contribuir al cuidado y mejor de nuestro organismo. Una de sus peculiaridades nutritivas es su alto contenido en ácidos grasos omega-3, sustancias que actúan en la reducción de los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre. Además, es una buena fuente de vitaminas B, A, D y E, así como de minerales como el fósforo, magnesio, potasio, zinc, hierro y yodo.
A la brasa, a la plancha, al horno, en guisos, ensaladas, ¡si hasta en lata están buenísimas! En nuestra Taberna murciana de la travesía de Téllez las encontrarás dentro de nuestras sugerencias de temporada en su formato clásico de plancha, siempre que el género disponible en Cabo de Palos sea de la máxima calidad. Y en un restaurante de pescados y carnes Madrid como el nuestro, no podía faltar uno de los celebres pescados del mediterráneo.
Aunque la sardina se encuentra disponible durante todo el año en formato conserva, el género fresco debe cumplir unos estándares de calidad y excelencia que buscamos en los colmados murcianos. La conservación en el punto de venta debe haber sido correcta (cubiertas parcialmente con hielo, sin incorporar plantas como el perejil que pueden llevar hasta ellas microbios o bacterias), y nos cercioramos de que su color es brillante, y su olor, suave.
Son estos meses los ideales para disfrutar de una sardina en su punto. Cumpliendo con la vieja máxima de consumir sardinas en los meses que no llevan «R» (de mayo a agosto), no dejes de pasar la oportunidad de sumergirte en un preámbulo de pescado azul finísimo, previo al convite de un gran arroz en Madrid.
Vienes para comer arroz en Madrid, pero acabas disfrutando también de esta joya mediterránea y tan veraniega: unas sardinas jugosas que conservan parte de su grasa natural que le transfiere todo el sabor y el aroma.