Sentarse a la mesa con los amigos, la pareja, la familia, etcétera, es un ritual lúdico que cumple, por lo general, una serie de pautas:
– unos entrantes que abren el apetito y antojan a descubrir que platos vendrán después,
– la elección en la carta de placeres conocidos o aquellos territorios culinarios aún indómitos: arroces clásicos, nuevas fusiones
-la apuesta por vinos y otras bebidas que casan con el yantar oportuno,
– el postre, cremoso o natural, contundente o liviano, que en suma, azúcar al encuentro. …ver artículo completo